A principios de este mes salió como noticia el estudio realizado por investigadores austriacos sobre los niveles de contaminación que pueden alcanzar las hojas de las lechugas y otras hortalizas de hoja, como consecuencia de las partículas liberadas al medio, al suelo, a las aguas, … procedentes del desgaste de los neumáticos entre otros (ver enlace). Se liberan así aditivos que acumulados en las hojas resultan altamente peligrosos para la salud.
Resulta tremendo que haya que cuestionar la calidad de hasta la inocente lechuga. El mundo en el que vivimos se está convirtiendo, dada nuestra forma de vida, en una trampa mortal, que poco a poco nos aprisiona. Hablamos de progreso, pero solo en la medida en que miramos en una dirección, si intentamos tener una visión más amplia nos encontramos encadenados y condenados, por nuestro propio desarrollo.
En algunas ocasiones vivir en una de las provincias con baja población y menor desarrollo industrial resulta un privilegio, pero ¿ quién se escapa de las carreteras? ¿Quién no utiliza coche y desgasta neumáticos ( hasta los eléctricos), o tiene a su alrededor autovías con tráfico continuo?
Estamos en un momento en que se comienzan a poner los semilleros que nos darán lechugas no tardando mucho. Es una planta de crecimiento rápido que subirá con el calor. Las pondremos en un suelo que quizá tengamos suerte y esté libre de esas substancias que se acumulan en las hojas de las lechugas haciéndolas dañinas para el organismo. Pero, ¿ cuántas lechugas se cultivan junto a carreteras o en los márgenes de las ciudades, con sus miles de coches emitiendo partículas contaminantes?.
Me gusta la lechuga, me encantan las primeras tan dulces en contraste con las verduras del invierno que siempre llevan un toque mas amargo, sobre todo si se piensa en escarolas y achicorias. Pero al recordar noticias así, las lechugas ya no serán tan dulces, ni tan inocentes en el plato.©