En esta última semana además de mantener el riego en el huerto hemos estado realizando la siega y posterior cosecha de los cereales que teníamos sembrados: 4 surcos de trigo, 2 de espelta y 2 de centeno. Sembrados todos ellos con el sistema de laboreo mínimo.
Esto significa que para colocar la semilla en tierra se ha trabajado la tierra lo mínimo imprescindible. Se han sembrado estos cereales en el mismo terreno donde ya estuvo la soja plantado el año anterior. Se realizó la siembra en octubre, meramente abriendo y luego cerrando el suco.
Este ha sido un año bastante anómalo en todo lo que tiene que ver con el huerto, y también en este caso con los cereales. No solo la cuarentena, que de cara a los cereales no afectó demasiado, sino en especial la cantidad de agua caída en el mes de abril y luego las tormentas posteriores.
De modo que los hongos han tenido incidencia en este cultivo ecológico, en especial la roya amarilla. Y el centeno se ha visto afectado por el viento y un tanto caído. También han tenido incidencia en la cosecha la elevada cantidad de ratones y topillos que ha habido este año por todas partes, lo que se veía en los restos dejados, al segar.
Ahora con la paja bien seca nos hemos puesto con la siega. Bueno lo ha hecho mi marido que este año me aclara que este trabajo requiere maquinaria o habrá que dejar de hacerlo, pues no compensa en modo alguno el trabajo realizado para la cosecha recogida.
El trabajo no se limita a la siega. Si uno quiere eso es la parte fácil del trabajo, más para el trozo que tenemos sembrado. Lleva mucho más tiempo el extraer las semillas de la espiga y luego separarlas del grano: Cortar, pisar, majar, aventar, cribar, …. son todas tareas que se realizan a pleno sol. Pues con el cereal bien seco es el modo en que mejor se separan paja y grano… Es un trabajo que lleva su tiempo. Todavía no hemos acabado.©