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De trabajo con el viento

Limpiando guisantes

Llevo unos días que no  dejo de usar la energía del viento  en el huerto y eso que  no tengo un parque eólico,  que ahora están tan en uso. Desde muy antiguo ha sido el viento aliado de muchas de las tareas que se han realizado  en los campos en verano sobre todo en relación con la limpieza de la cosecha.

Lina antes de usar el viento

Ya os he hablado de cómo lo he usado para limpiar las legumbres, pero su uso no se limita a las mismas sino que  lo seguimos empleando cuando hablamos de otras  muchas semillas tales como el centeno, la espelta, la cebada, el lepidium, el lino, las  espinacas, las berzas y otras crucíferas,  el girasol, …

Semillas de lepidium o berro de jardín

El viento en el verano no es tan frecuente como parece y suele presentar una intensidad muy irregular. Usar el viento implica estar pendiente de cómo sopla la brisa y dejar otras tareas apartadas cuando se mecen las hojas de los árboles. No nos interesan vientos intensos que arrastren las semillas. Su fuerza está en relación directa con el peso de las semillas, así las semillas pequeñas  como el lino  necesitan las brisas más suaves mientras que cuando llegamos a semillas más grandes como las del centeno o  las semillas del girasol necesitamos que haya vientos con algo más de intensidad para ayudarnos a separar  el grano de la muña.

En la zona alta donde sopla el viento

Nuestras parvas son pequeñas, la necesidad de aventar nuestro muelo no  dura mucho tiempo, pero  en todo este tiempo  es necesario buscar un lugar despejado, un poco en alto, para recibir todos los vientos y podernos girar según se mueva el aire. Necesitamos un par de capazos y  emplear  debajo una manta costalera que nos permita recuperar  la semilla caída si esta se escapa de donde van quedando las que ya están limpias. Se va trasegando  nuestra parva de un capazo a otro hasta que el muelo reluzca de limpio.

Tras ello lo de siempre: asegurarnos que la semilla esté  bien seca, etiquetar y envasar.  El almacenaje en lo posible en un lugar seco, fresco y a oscuras. Ya están las semillas listas para un nuevo  comienzo.©

Tras la siega, espigamos

Bajo el cielo de julio

Julio en la submeseta norte es época de realizar la siega. Nosotros hemos realizado  esta tarea segando algunos de los cereales que ya estaban maduros. El centeno, la espelta y la cebada tremesina estaban ya en sazón.  Cogimos  la tarea de mañana, para aprovechar la fresca y además la humedad de la noche  pues sino con el movimiento de la hoz  el cereal era fácil que  se desgranara y terminara en el suelo.

Segando la cebada

Con el centeno

Hacía calor. Es cierto que no es lo mismo que en el pasado  cuando eran días  y días segando de sol a sol, pero la paja rechaza la luz  del sol y genera en el entorno un ambiente sofocante.

Mi marido cogió ritmo, y casi todo fue tarea suya, yo apenas algo de la espelta que este año está particularmente bien granada.  El centeno tenía mucha espiga con poco cereal  pues se helaron cuando estaban en flor. La cebada quizá la sembramos muy junta, o la sembramos sin seleccionar las semillas usando de las que te venden para consumo, la cosa es que las espigas eran bastante desiguales.

Espigas de centeno

Espigas en el suelo

A media mañana ya habíamos finalizado, pero al quitar los mornales de la tierra me di cuenta de que el suelo estaba lleno de espigas. Espigas tanto en la cebada como la espelta, pero especialmente  el centeno. Daba la impresión de que o el último día de viento  se habían caido o bien los ratones ya habían iniciado la recolección. El hecho es que  las   espigas estaban en el suelo y estaban  bien llenas de granos.

Granos de espelta

Recogiendo espigas

Las fui recogiendo  una a una y  casi llené un cubo y no pude dejar  de recordar la historia de esta acción.  Cómo  el espigueo aparece ya desde la  biblia, cuando las gentes  segaban los campos y por mandato religioso dejaban las espigas para  que  viudas y huérfanos  pudieran encontrar algo para sobrevivir. Ellos pasaban por los campos seguramente agradeciendo  que viento y roedores hubieran quebrantado las espigas y tirado al suelo,  y que el campesino fuera buen creyente y las dejara en el campo. Esta práctica  se mantuvo a lo largo de la historia  y todavía  a finales del XIX era bastante  habitual,  hecho que queda reflejado en una obra  realista de  Millet. Este  nos deja un bello cuadro: Espigadoras  como recuerdo de esa tarea realizada  a lo largo de todas las épocas por  el grupo social  más pobre y desfavorecido  en las áreas rurales del mundo occidental . ©

Aquí os dejo un vídeo que he montado con las imágenes de la siega del centeno: