El invernadero a lo largo de este año se ha ido poniendo salvaje. Las plantas, especialmente las parras con el calor húmedo de su interior sacan muchas hojas creando un celaje que ha ido sombreando progresivamente el interior.
Así que esta semana me metí con todo lo que sobraba en el interior. Especialmente con los sarmientos de pequeño tamaño que aumentaban los niveles de sombreo y que inevitablemente deben ser eliminados. Fui progresivamente eliminando estos. La base era dejar los racimos que todavía hay y las ramas principales, así como las hojas que permitirán a la parra mantener e incrementar sus reservas, eliminando el resto.
Pero no era lo único, en el centro estaban las ramas y cañas de los tomates que había en el interior. También comencé a quitarlos, por lo menos en uno de los lados. En el otro los mantendré todavía unas semanas.
Así mismo fui recortando algunas de las ramas de los árboles que hay en su interior. Aquellas las varas que chocan contra el plástico. Es el caso del melocotonero y del albérchigo, así como las cañas jóvenes de los nísperos. Despejando para que podamos darles algún tratamiento contra los hongos, antes de que empiece el frío.
Como pretendo poner unas lechugas y unos guisantes en el interior también quería despejar el nivel del suelo, quitando todos los restos vegetales, al tiempo que cavaba el mismo.
La zona del fondo todavía se mantiene muy sombreada, pero para eliminar esa sombra tendré que trabajar en el exterior eliminando las zarzas que han ido levantándose en la valla y trepando por las paredes del invernadero, tarea que iré realizando en la próxima semana. ©