Uno de los frutos del huerto sorprendente por lo bien que se conserva desde finales de octubre en que los quité de la planta hasta ahora que los estamos consumiendo, son las frutas del Solanum muricatum.
Está fruta recién recogida no me gusta, la encuentro sin gracia, sin madurar, por lo que coloco las piezas en una caja en el garaje y allí las olvido durante una temporada. No pasa nada, pues aunque sean frutas que están llenas de agua, salvo que reciban golpes, en la experiencia que llevo con ellas, no se pudren.
Cuando los frutos abandonan su color blanco verdoso y comienzan a tener un cierto tono ocre-dorado, con las rayas de tono amoratado más intenso, comienzo en pensar en usarlos.
Lo primero que resulta sorprendente al abrir el fruto es la cantidad de líquido que se almacena en su interior. La carne tiene una cierta textura de pera fina, sin granillas, colocada en torno a unas semillas menudas que procuro ir recogiendo, dado que no son muy abundantes.
La fruta hace una buena base para hacer batidos, en especial me gusta el batido de solanum con zumo de naranja, que dependiendo de la madurez de la fruta adquiere un sabor que va desde toques de naranja con plátano, a en otras ocasiones con un sabor más exótico, cuando dependiendo de su nivel de madurez, su aroma se hace más intenso.
También me gusta esta misma composición pero incorporándole kiwi, y donde el toque ácido de este le añade un punto agradable. Su textura y aromas me recuerdan un poco a la papaya, pero su aroma puede ser más intenso que el de las papayas ya que estas, las pocas veces que las he comido, no sabían demasiado.
La fruta con su abundante líquido está llena de vitaminas y minerales y sus beneficios son numerosos y notables como podemos consultar en este enlace, por lo que incorporarlo con cierta regularidad en la dieta resulta de interés. ©