El suelo de mi huerto ha cambiado mucho desde su primer año. De la tierra arcillosa,pesada y duramente compactada, progresivamente vamos evolucionado hacia un suelo con la estructura más suelta.
No es que la arcilla haya disminuido en el huerto, pero poco a poco al ir integrando materia orgánica en el terreno y al ir abonando con humus, la tierra ha multiplicado su carga de bacterias, que son las que se encargan de hacer más suelto el suelo.
Muchas son las enmiendas que se añaden a la tierra de huerto:
- Cada año se incorporan al suelo los restos vegetales de la temporada, que se han ido trasformando en el montón del compost.
- También se le añaden los restos del mulching que se ha colocado sobre el suelo durante el verano y parte del otoño.
- El abono verde que específicamente se siembra para enterrarlo en la primavera.
- La ceniza que se forma al quemar leña en la chimenea.
- Humus de lombriz que se incorpora junto a las raíces de cada cultivo.
- Restos de conchas de moluscos: mejillones, almejas, caracoles, restos de crustáceos, …
- Restos de maderas, cáscaras de nueces, avellanas, castañas,…
- En ocasiones en algunos cultivos le incorporamos arena para que a su alrededor la tierra esté más suelta y porosa.
- En otras ocasiones lo que añadimos es carbonato cálcico si las necesidades de la planta así lo demandan.
- A veces pinaza constituida por las acídulas semidescompuestas de pino, para acidificar el terreno necesario en algunos cultivos.
En estos cinco años que llevamos en el huerto ya no es lo mismo el trabajo que es necesario realizar para conseguir que la tierra quede suelta y esponjosa. Cada año el suelo está más vivo y complejo, más suelto y rico en materia orgánica. La gran diferencia se nota cuando incorporamos al área cultivada algún terreno que hasta ahora no lo ha sido. ©