Estamos en plena canícula. Canícula, una palabra con fuerza de la que recientemente he tenido que ampliar el significado que tenía para mi. Hasta ahora esa palabra significaba un estado del tiempo, durante el cual la temperatura no solo eran elevadas, sino que coincidían con una elevada humedad ambiental, generando agobio y noches cálidas, más duras por lo poco acostumbrado que estaba el cuerpo a ellas.
Pero ahora averiguo que la palabra en si significa un periodo de tiempo, no ya el estado; el espacio que va desde el inicio del solsticio de verano hasta mediados del mes de agosto. Un periodo de tiempo que suele coincidir con las temperaturas más altas del año pues los rayos del sol caen en ese momento perpendiculares a la línea de los Trópicos de uno u otro hemisferio. Pero sino hiciese calor seguiría también este momento siendo llamado del mismo modo.
Tiene la palabra su origen en el mundo antiguo, posiblemente egipcio, relacionada con la aparición en el cielo de la costelación del Can Mayor y Menor al mismo tiempo que los grandes calores, y viene a significar «días perros», no solo por que el calor se eleva en este periodo, sino también por el aumento de enfermedades asociadas en el mundo antiguo a esta subida del calor: peste, cólera, infecciones, epidemias, …
Este es un periodo en el que tradicionalmente no se realizaban ningún tipo de siembra, pues es difícil mantener en el suelo humedad suficiente para que se realice el nacimiento de las plantas que se colocan en él, pasado el 15 de agosto ya era otra cosa.
Estamos ahora en plena canícula, y nos toca ahora soportar como podamos este periodo de tiempo, ofrecer a las plantas todo el agua que necesiten y disfrutar de cómo el calor beneficia a algunas de ellas especialmente. ©
q envidia 🙂 ( d l buenaa )
¿Dónde estás Jen?, te podemos empaquetar un poquito y mandártelo, un saludo