¡Son casi mágicos! Meciéndose suavemente sobre el agua. Los Nenúfares europeos son una de las plantas con la que queríamos contar en el estanque del huerto. Para conseguirlos nos dedicamos a buscar en la red un proveedor. Al final lo encontramos y a buen precio, decidimos comprar nenúfares de dos tipos: blanco y rojo.
Las plantas llegaron en pleno verano preparadas para evitar la perdida de humedad. En cuanto las recibimos nos pusimos a la tarea de introducirlas en el estanque, eliminando los restos de lenteja acuática que las acompañaban.
Ya teníamos las cestas preparadas para colocar las raíces, dentro de cada cesta colocamos una tela de arpillera que ayudara a retener la tierra y el abono a base de humus y un abono especial para nenúfares de liberación lenta, que serviría de sustrato a partir del cual desarrollarse. Luego la tierra. Por encima de todo colocamos arena y piedras, lo que impediría a la tierra flotar al empapar el sustrato y a las carpas remover el contenido, desmontando el conjunto.
Las plantas estaban en muy buenas condiciones aunque tenían muy poco desarrollo de sus hojas, por ello comenzamos colocando las cestas a poca profundidad, cerca de la orilla y con solo unos veinte centímetros de agua por encima.
Cuando desde el centro de la roseta comenzaron a sacar los tallos enrollados de las futuras hojas flotantes decidimos llevarlos a aguas más profundas, a su emplazamiento definitivo. Son Nenúfares europeos capaces de aguantar las bajas temperaturas del invierno, bajo la superficie del agua. En este emplazamiento estarán a lo largo de todo el próximo año.
En este lugar las plantas adquirirán la altura necesaria para flotar sobre el agua. Hasta ahora están creciendo bien, y rápido y aunque eran diferentes en su nivel de partida, ambos se mecen ahora en el agua aumentando la belleza del estanque.
Nos falta esperar que sigan tan buen desarrollo y el próximo año tengan flores. ¡Un espectáculo cuando las Ninfeas en flor se mezan en el agua! ©