A lo largo de todo el año sembramos leguminosas en el huerto. Mientras que las temperaturas están al alza no hay problemas con ellas. Cuando estas descienden puede verse frenado su desarrollo, e incluso terminar su cosecha si hay hielo y están muy tiernas.
Las leguminosas siempre le vienen bien al huerto, por ello experimentar con ellas para comprobar en qué franja de posibilidades nos movemos, siempre es un factor de beneficio. Si las cosas van bien se puede además conseguir una nueva cosecha, si van mal, más masa verde que enriquecerá la tierra.
Con este planteamiento en el mes de agosto pusimos al mismo tiempo una tanda de guisantes y tirabeques en el huerto, sobre los rastrojos dejados por el centeno. Es otro ejemplo del uso de la siembra directa con laboreo mínimo en un terreno dejado libre tras la siega.
Los guisantes nacieron mal, o eso pensamos al principio, después pillamos una buena tanda de topillos en esa zona. Los que nacieron se desarrollaron y florecieron antes que los tirabeques y su cosecha tuvo lugar antes de la helada que se dio en octubre, tras ella todas las vainas que quedaron tenían el fruto dañado en su interior.
Los tirabeques por contra nacieron todos, y estaban todavía en crecimiento y con alguna flor en los momentos de la helada. Se vieron menos dañados. Después de ello, aprovechando como se ha desarrollado el otoño, con temperaturas suaves y lluvia, crecieron y florecieron bien. Se les regó mientras se regaron las patatas que estaban a su lado. Después han estado a su aire. Ahora, salvo una tanda de vainas que hemos recogido, el resto va en plena floración.
Está claro que ya es tarde para los tirabeques. Se han dado hasta ahora por las condiciones excepcionales del otoño, pero se han dado. Como aprendizaje está el que hay que sembrarlos antes, inmediatamente después de recoger la cosecha de cereal. De ese modo se le pueden sacar bien dos cosechas al terreno. Creo que es algo que hay que hacer de forma sistemática en cuanto quede un hueco en el huerto.©