En esta Navidad nos hemos pegado una corta escapada a Valencia. Para los de la meseta encontrarnos con las naranjas en Valencia es siempre la sensación de caer en la tierra de Jauja: Esos árboles cargados de frutas decorando las principales calles de la ciudad.
Recorrer una ciudad como Valencia es siempre una sorpresa, pero sobre todo ha sido un inmenso placer poder disfrutar de los naranjales, que en abundancia rodean los campos alrededor de la misma.
En esta visita al entorno rural de Valencia diferentes aspectos nos han llamado la atención:
- El campo es rico y variado y en plena producción. Desde las alcachofas que están comenzando a dar sus frutos, a cebolletas y repollos, o lechugas y lombardas, que crecen alegremente en ese entorno templado en esta época. Con una mezcla periurbana donde se hace difícil distinguir donde finaliza lo rural de lo urbano.
- En ese campo las parcelas son sorprendentemente pequeñas, apenas hay concentración. Lo que quizá sea un prejuicio de vivir cerca de los horizontes infinitos de Tierra de Campos, aunque también por aquí haya propiedades pequeñas.
- Ya en los campos es también sorpresa el tamaño de los naranjos. Frente a la altura de los árboles citadinos (normalmente amargos), los rurales son mucho menores, aunque igualmente cargados de fruta.
- Me cuentan que en un pasado no tan lejano el oler a naranjas era sinónimo de algo de poco valor. Sorprendente cuando para nosotros las naranjas eran símbolo de opulencia y riqueza.
- Luego recogemos naranjas. Los árboles suntuosos, pero duros, cargados a rebosar, doblándose hasta los suelos con su ofrenda. La fruta bien agarrada al árbol. El olor impregnando la piel.
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Las naranjas ofrecen hoy pocas riquezas a aquellos que las cultivan, que ven como los frutos de sus campos se malvenden a veces al precio que se quiera pagar por ellas y este no es demasiado. Eso o nada. La competencia de otros mercados, la falta de canales de distribución que aseguren precios justos, … Todo esta llevando a que se abandonen cultivos, se arranquen árboles, se busquen otras salidas,…
¡Qué ganas nos han quedado de naranjos! ¡Cuantas deseos imposibles! Bueno, para consolarnos nos hemos venidos cargados de naranjas y mandarinas, y … para celebrar el final de año ¡disfrutando andamos de sus jugos!. ¡Feliz Año Nuevo!©